Muchas veces es
muy difícil seguir lo que has empezado, la energía que tenías al principio ya
no es la misma. Esas ganas inmensas que te habrían llevado a hacer cualquier
cosa por tu objetivo van desapareciendo. Ahora ya solo queda el recuerdo de
todo aquello.
Esa fuente, hasta
ahora inagotable, de fuerza ha empezado a secarse. Lo que antes era un paso
ahora se ha transformado en una carrera. Ya no resulta tan fácil como antes.
Todo es efímero y
el paso del tiempo lo cambia todo, incluso esas cosas que pensaste que nunca
cambiarían.
Aquello que tanto
admiraste ya no resplandece para ti como antes lo hacía. Porque ese brillo que
tenía ahora es sólo un recuerdo. Esa lista inmensa de razones por las que
seguir luchando cada vez es más pequeña. La memoria es de las cosas más
efímeras que tenemos, y antes te precia tan claro que apuntarlo parecía una
estupidez, y, en este momento, al intentar recordarlo lo único que encuentras
es “las palabras se las lleva el viento”. Pocas cosas se quedan con nosotros
toda la vida, salvo algunas marcas que quedan en la piel para siempre, todo lo
demás es efímero. Por mucho que todo te pareciera tan claro, incluso nuestra
mayor fuente de claridad, el sol, es efímera.
Fingimos que algo
tan temporal como nosotros o nuestros sentimientos perdurarán. Aunque sabemos perfectamente que no será así.
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